De cómo el Valencia es capaz de pasar del cielo al infierno en un ciclo infinito
Cuenta la leyenda, que Uróboros era un dragón con silueta de serpiente, que se comía a sí mismo por la cola.Su significado remite a la naturaleza cíclica de las cosas y a la idea del eterno final, eterno retorno y eterno comienzo.
¿Pero qué tiene que ver esto con el Valencia CF? Pues mucho, y no sólo con el Valencia, sino con el ser humano en general. Estamos hartos de ver este comportamiento secuencial de eterna destrucción cuando las cosas se estabilizan y van bien. Lo vemos en la economía, lo vemos en la política, lo vemos, en el Valencia CF. Cuando el ser humano cubre sus necesidades básicas siempre busca un siguiente escalón, en una pirámide de avaricia que nunca parece llegar a su fin, y que casi siempre tiene un final muy parecido: una crisis.
Porque sí, porque el Valencianista no casa con la idea de la estabilidad, porque al aficionado medio le importa más bien poco si el Valencia CF es sostenible en el tiempo, o si por el contrario, es una bomba a punto de estallar. Debemos madurar y debemos empezar a dejar de creer en salvadores y en héroes de mentira, debemos de saber qué es de lo que siempre hemos pecado y debemos de educar a nuestros hijos para que no caigan en el error en el que nosotros ya hemos caído: el triángulo del Fraude. Triángulo que sigue tres fases muy claras (motivación, oportunidad y justificación), y en el que la mayoría del Valencianismo se ha visto inmerso alguna vez. Hoy estamos en la fase tres: justificación. Pero como bien se indica en la siguiente imagen, pronto alguien querrá que pasemos a la fase uno.
Pasó con todos los vendedores de crecepelo que vendieron al Valencianismo un futuro mejor, para luego comprobar, que se daba un paso más hacia el precipicio de la desaparición. Pero no, toda la culpa no es de quien engaña, también, es de quien se deja engañar:
Meriton… no vino por casualidad precisamente. Firmar un contrato sin garantías… no se hizo por torpeza. Las cartulinas verdes… no se levantaron solas, y la “WAR”… no se orquestó de la nada.
Maduremos, pero sobretodo, no olvidemos el pasado. No olvidemos, que los mismos que han engañado al Valencianismo una y otra vez siguen ahí, agazapados, esperando su turno.
Esperando, que el dragón de Uróboros vuelva a dar la vuelta completa.
Firmado: José Manuel Carpio