Con el paso de las semanas y los meses, la situación socio-sanitaria se ha ido solucionando levemente. Aunque las cifras sigan siendo alarmantes por lo negativas, parece que ya no se vive en un brete similar al de aquel inicio funesto para todo el globo terráqueo y para España, nuestro país, en particular.

No sabemos si debido a los estragos causados por la pandemia o por otras causas diferentes, al realizar llamadas de confirmación y contacto permanente con todos aquellos accionistas que agruparon sus acciones en nuestra asociación, hemos comprobado como, muy a nuestro pesar y de una forma que nos duele profundamente en el alma, algunos de ellos han fallecido durante este período.

Es por ellos, y por todos aquellos valencianistas allegados nuestros que hayan dejado su huella imborrable en nosotros a pesar de ya no poder continuar haciéndolo, que debemos, más que nunca, mantener esta llama de sentimiento y pasión por una afición que nos mueve a seguir a nuestro Valencia.

Cuando estos compañeros de ‘sentiment’ decidieron delegarnos sus títulos para poder acometer a través de ellos los fines últimos que como entidad tenemos, lo hicieron pensando en que era lo mejor para el club y en un acto de amor por sus colores, similar al que seguramente ya habían mostrado anteriormente, puesto que no haberlos vendido en la época de vacas gordas, donde se llegaron a pagar a 600 euros la acción, para mantener aunque fuese una pequeña porción del equipo de su corazón pudo resultar complicado.

Cuando por fin podamos fiscalizar aquello que los inefables gestores singapurenses están acometiendo en el seno del Valencia C. F., será, por supuesto, también, debido a ellos. Y es que aunque se hayan marchado, no han dejado de colaborar para que los demás no perdamos la esperanza ni aquello que íntimamente nos une independientemente de filias, fobias y gustos personales diversos dentro del patrón común que en este caso es el deporte rey.

Por tanto, ya que no van a poder disfrutar de ver liberado al equipo que más seguían de las garras de la especulación, el mercadeo barato y lo más oscuro del mundo de los negocios, a saber, la búsqueda de beneficios independientemente del sector al que uno se dedique, al menos rindámosles un último homenaje en forma de pervivencia de lo que para muchos de nosotros no deja de ser un elemento sin el cual sentiríamos un cierto vacío en nuestras vidas.

¡Por los años que ellos disfrutaron, y por los que nos quedan por disfrutar a nosotros!

Escrito por Albert Deruelle

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